El impacto de ser servicial, como lo fue Jesús, en tiempos de Covid-19
Si en tiempos de Covid-19 las personas imitaran la actitud servicial de Jesús podríamos esperar un cambio sustancial de la sociedad después de la crisis. Vivimos en un mundo donde estamos más acostumbrados a que nos sirvan que a servir. Esto es lo que hemos aprendido como sociedad. Se nos ha enseñado que el que paga, manda, demostrando poder y autoridad. El que sirve es considerado de menor categoría. Es relegado, pisoteado y menospreciado,y poco digno siquiera de recibir un gracias.“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”
– Colosenses 3:23
En estos tiempos de Covid-19 es más difícil de lo normal dar a los demás. Además de estar pasando por una de las crisis económicas más grande a nivel mundial, también estamos pasando por grandes etapas de depresión y ansiedad. En estos estados es muy arduo ser servicial con los más necesitados. Todos estamos pasando por situaciones trabajosas y se complica mucho más que antes la ayuda humanitaria porque todos necesitamos de ella, unos más que otros. Sin embargo, esto no es excusa para que desaprovechemos este tiempo en casa y en familia para imitar el ser servicial. Jesús nos enseña en las escrituras que trabajemos en nuestra santidad, porque ser santo no es otra cosa que ser el mejor humano que podamos llegar a ser.
Hoy en día, y sobre todo en tiempos de Covid-19, encontrar personas amables, entregadas, caritativas y sobre todo serviciales nos trae la alegría y la tranquilidad que necesitamos en nuestra vida, como un Wifi sin candadito, así,se siente cuando alguien da sin restricciones, sentimos calma, paz y serenidad porque sabemos que podremos entrar en conexión con otros, que no estaremos solos. La gente sin candadito provoca la misma sensación de alegría de sabernos cobijados por una red que nos conecta. ¿Por qué no ser de esas personas que le traen paz y serenidad al mundo en tiempos de pánico? ¿Por qué no ser luz en medio de toda esta oscuridad?
En una de sus parábolas, Jesús cuenta la historia de un hombre que iba de Jerusalén a Jericó cuando le caen encima unos ladrones que lo despojan de todo lo que lleva y lo dejan medio muerto. Luego que pasan a su lado un sacerdote y un levita, sin inmutarse y pedir ayuda. Un samaritano, individuo de un grupo étnico despreciado por los judíos de aquella época, se compadece del viajero y lo traslada a un mesón de un pueblo vecino. Al día siguiente, el Samaritano le dio el dinero al dueño de la posada y le dijo: “Cuídeme bien a este hombre. Si el dinero no alcanza para los gastos, a mi regreso yo le pagaré lo que falte.” El prójimo es cualquiera que necesite nuestro amor y servicio. Jesús dice “Trata a los demás como tú quieres ser tratado” – Mateo 7:12
Pero ¿Cómo podemos ayudar nosotros desde casa a los más necesitados? No podemos tener contacto alguno con el mundo exterior y mucho menos ayudar a los que están sin trabajo y hogar, así como lo hizo el samaritano con el leproso.
Al Señor pedirnos que seamos humildes y serviciales no se refiere únicamente a ayudar a los más necesitados, también hace referencia a que lo apliquemos en nuestra vida diaria, con nuestros conocidos, amigos y sobre todo con la familia. Muchos malinterpretamos que el ser servicial es solo ser voluntario en ancianatos, llevar mercados a familias de escasos recursos, donar dinero a fundaciones y/o teletones, pero la realidad es que, el servicio comienza con el prójimo, los que están más próximos a nosotros.
Debemos de vivir en armonía los unos con los otros. Eso quiere decir que debemos hacer nuestra parte para vivir en paz, en armonía con todos los hombres.
“La herencia de Jesús fue esta: “Amaos como yo he amado” y “servid los unos a los otros”. Lavad los pies los unos a los otros, como yo os he lavado los pies a vosotros”- Papa Francisco 2018
El 18 de abril del 2019 el Papa Francisco lavó los pies a 12 reclusos en una cárcel cercana a Roma y los animó a evitar cualquier tentación de dominación y a ayudarse entre sí, a ser "más amigos y hermanos". El Papa explicó que Jesucristo, a pesar de ser el hijo de Dios, llevó a cabo con sus seguidores este gesto propio de esclavos que por aquel entonces limpiaban el polvo y la suciedad del calzado de las personas que visitaban las casas de sus amos. Esto no quiere decir que, para nosotros ser serviciales, como Jesús, tengamos que literal lavar los pies de los demás, el lavado de pies es un acto para dar a entender de una manera simbólica y revolucionaria que el más grande siempre debe servir al más pequeño.
Pero ¿Por qué ser empático y servicial con las personas que no conocemos y que no nos importan? Ponernos en los zapatos de los demás requiere un esfuerzo extra al que no sentimos obligados.
Ser empáticos nos hace más sensibles y respetuosos a las limitaciones de los demás. Así, por ejemplo, a través de la empatía seremos capaces de entender la frustración que pueden sentir los cuidadores de personas que tienen ciertas limitaciones físicas o psicológicas. Al ser serviciales por voluntad propia nos facilita mucho la convivencia con las personas a nuestro alrededor y a trabajar nuestra santidad con Cristo.
En conclusión, imitar a Jesús en su actitud servil y laboriosidad nos ayudará a superar juntos la pandemia del Covid-19 y la cuarentena que nos tiene a todo el mundo en aislamiento obligatorio. Ayudando con amor, voluntad y generosidad nos ayudará a mantener la armonía que necesitamos en nuestras casas con nuestras familias, a permanecer tranquilos y serenos sin angustias o ansiedades.
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